domingo, 27 de abril de 2014

SANTIFICACIÓN DE DOS PAPAS


HOY, FESTIVIDAD DE LA DIVINA MISERICORDIA, HAN SIDO ELEVADOS A LA SANTIDAD A DOS PAPAS : JUAN XXIII Y JUAN PABLO II
El proceso de canonización
El camino hacia la santidad tiene varios escalones: el primero es venerable siervo de Dios, el segundo beato y el tercero santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado (santo) es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.
El pronunciamiento de los cardenales y obispos llegó después que la consulta médica y la comisión de teólogos ya habían dado su beneplácito.
El rito de canonización se hace en durante los ritos iniciales de la misa. Durante la procesión de entrada se entonan las letanías de los santos. 

Una vez que el papa saluda al pueblo (La paz esté con ustedes), el Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, acompañado por los postuladores se acerca al Santo Padre y hace la primera petición de canonización. Tras esta petición, pide a todos que recen en silencio. Este momento lo termina con una oración. 

Inmediatamente, el Prefecto le hace una segunda petición de canonización. El Santo Padre invoca al Espíritu Santo y se inicia el canto del Veni Creator, para que el Espíritu ilumine al papa. 

Concluido el Veni Creator, el Prefecto para las Causas de los Santoa hace una tercera parición de canonización de los beatos. 

Entonces el Santo Padre pronuncia la fórmula solemne de la canonización, que es la siguiente: 

“Ad honorem Sanctae et Individuae Trinitatis, ad exaltationem fidei catholicae et vitae christianae incrementum, auctoritate Domini nostri Iesu Christi, beatorum Apostolorum Petri et Pauli ac Nostra, matura deliberatione praehabita et divina ope saepius implorata, ac de plurimorum Fratrum Nostrorum consilio, Beatos Ioannem XIII et Ioanne Paulum II, Sanctos esse decernimus et definimus, ac Sanctorum Catalogo adscribimus, statuentes eum in universa Ecclesia inter Sanctos pia devotione recoli debere. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.”

Su traducción es esta: 

“En honor a la Santísima Trinidad,para exaltación de la fe católicay crecimiento de la vida cristiana,con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo,de los Santos Apóstoles Pedro y Pabloy la Nuestra,después de haber reflexionado largamente,invocando muchas veces la ayuda divinay oído el parecerde numerosos hermanos en el episcopado,declaramos y definimos Santosa los BeatosJuan XXIII y Juan Pablo II,y los inscribimos en el Catálogo de los Santos,y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos.En el nombre del Padre y del Hijoy del Espíritu Santo.”

Después se canta un triple amén seguido del Iubilate Deo. Mientras eso sucede, se llevan las reliquias de los nuevos santos al altar, donde son incensadas por un diácono. 

Tras lo anterior, el Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, acompañado de los Postuladores de las Causas, agradece al Santo Padre:

“Beatísimo Padre,En nombre de la Santa Iglesia agradezco a Vuestra Santidadla proclamación hecha,y pido humildemente dispongaque sea publicada la Carta Apostólicade la Canonización.”

A
lo que el Santo Padre responde: “Lo ordenamos.”


En ese momento inicia el canto del Gloria y la misa sigue como de costumbre. 

Durante la plegaria eucarística ya se menciona el nombre de los santos. Se usará la plegaria III y se dirá: “Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, con san Juan y san Juan Pablo y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.”



Juan XXIII, el 'papa bueno', fue beatificado en 2000 por el mismo pontífice con el que compartirá canonización el próximo 27 de abril, Juan Pablo II. A Angelo Giuseppe Roncalli, que falleció en 1963, se le atribuyen varios milagros, pero solo uno de ellos ha sido reconocido por el Vaticano.
El milagro tuvo lugar en 1966 gracias a la curación de una religiosa, Caterina Capitani, que padecía una enfermedad estomacal incurable: perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda. Pero, el 22 de mayo de 1966, las hermanas de la Capitani, le colocaron una imagen del Papa en el estómago. A los pocos minutos, la monja, a la que ya habían dado la extremaunción, se recuperó y pidió de comer. La comisión de teólogos de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano reconocería el milagro al no poder justificar los médicos el milagro de Capitani. Se escapaba a los ojos de la ciencia.
La monja relataría después su experiencia en primera persona. Capitani aseguró que el propio Juan XXIII se sentó al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido escuchada. Tras su recuperación, los médicos de Nápoles que la atendían decidieron practicarle una radiografía a su estómago. La prueba constató la desaparición completa de la enfermedad. No le quedaban señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de "inexplicable científicamente" la curación de la religiosa.



"El segundo milagro de Juan Pablo II fue curar a una mujer de Costa Rica", declaró el vocero del Vaticano, padre Federico Lombardi, tras anunciar que el papa Francisco autorizó las canonizaciones tanto de Juan Pablo II (1978-2005) como de Juan XXIII (1958-1963).

Sobre el milagro que lleva al polaco Wojtyla a la santidad,  Lombardi confirmó que se trata de la curación de una mujer de Costa  Rica que padecía un aneurisma cerebral, del que se curó de manera  inexplicable para la ciencia al parecer el 1 de mayo de 2011, el  mismo día en que Juan Pablo II fue beatificado.




La mujer, llamada Floribeth Mora, vive en la comunidad de  Tres Ríos, en la provincia de Cartago.

Desde Costa Rica, el obispo de San José, José Rafael Quirós,  dijo que el reconocimiento del segundo milagro atribuido a Juan  Pablo II sobre una mujer de ese país fue “un hermoso regalo de  Dios” recibido con júbilo por el pueblo costarricense.

“Este hecho histórico, inédito y extraordinario es un hermoso  regalo de Dios para el mundo y especialmente para los  costarricenses, quienes tenemos razones de sobra para estar felices  y para dar testimonio de nuestra fe”, dijo el obispo.

Juan Pablo II, que fue papa desde el 16 de octubre de 1978 al  2 de abril de 2005, fue beatificado el 1 de mayo de 2011 por  Benedicto XVI.

Según trascendidos previos, el segundo hecho que convertía a Wojtila en santo estaba relacionado con una mujer italiana que sufría cáncer y que se curó de manera inexplicable para la ciencia el 1º de mayo de 2011, el mismo día de la beatificación del papa peregrino.


Juan XXIII
(Sotto il Monte, 1881 - Roma, 1963) Pontífice romano, de nombre Angelo Giuseppe Roncalli. Era el tercer hijo de los once que tuvieron Giambattista Roncalli y Mariana Mazzola, campesinos de antiguas raíces católicas, y su infancia transcurrió en una austera y honorable pobreza. Parece que fue un niño a la vez taciturno y alegre, dado a la soledad y a la lectura. Cuando reveló sus deseos de convertirse en sacerdote, su padre pensó muy atinadamente que primero debía estudiar latín con el viejo cura del vecino pueblo de Cervico, y allí lo envió.

Juan XXIII
Lo cierto es que, más tarde, el latín del papa Roncalli nunca fue muy bueno; se cuenta que, en una ocasión, mientras recomendaba el estudio del latín hablando en esa misma lengua, se detuvo de pronto y prosiguió su charla en italiano, con una sonrisa en los labios y aquella irónica candidez que le distinguía rebosando por sus ojos.
Por fin, a los once años ingresaba en el seminario de Bérgamo, famoso entonces por la piedad de los sacerdotes que formaba más que por su brillantez. En esa época comenzaría a escribir su Diario del alma, que continuó prácticamente sin interrupciones durante toda su vida y que hoy es un testimonio insustituible y fiel de sus desvelos, sus reflexiones y sus sentimientos.
En 1901, Roncalli pasó al seminario mayor de San Apollinaire reafirmado en su propósito de seguir la carrera eclesiástica. Sin embargo, ese mismo año hubo de abandonarlo todo para hacer el servicio militar; una experiencia que, a juzgar por sus escritos, no fue de su agrado, pero que le enseñó a convivir con hombres muy distintos de los que conocía y fue el punto de partida de algunos de sus pensamientos más profundos.
El futuro Juan XXIII celebró su primera misa en la basílica de San Pedro el 11 de agosto de 1904, al día siguiente de ser ordenado sacerdote. Un año después, tras graduarse como doctor en Teología, iba a conocer a alguien que dejaría en él una profunda huella: monseñor Radini Tedeschi. Este sacerdote era al parecer un prodigio de mesura y equilibrio, uno de esos hombres justos y ponderados capaces de deslumbrar con su juicio y su sabiduría a todo ser joven y sensible, y Roncalli era ambas cosas. Tedeschi también se sintió interesado por aquel presbítero entusiasta y no dudó en nombrarlo su secretario cuando fue designado obispo de Bérgamo por el papa Pío X. De esta forma, Roncalli obtenía su primer cargo importante.
Dio comienzo entonces un decenio de estrecha colaboración material y espiritual entre ambos, de máxima identificación y de total entrega en común. A lo largo de esos años, Roncalli enseñó historia de la Iglesia, dio clases de Apologética y Patrística, escribió varios opúsculos y viajó por diversos países europeos, además de despachar con diligencia los asuntos que competían a su secretaría. Todo ello bajo la inspiración y la sombra protectora de Tedeschi, a quien siempre consideró un verdadero padre espiritual.
En 1914, dos hechos desgraciados vinieron a turbar su felicidad. En primer lugar, la muerte repentina de monseñor Tedeschi, a quien Roncalli lloró sintiendo no sólo que él perdía un amigo y un guía, sino que a la vez el mundo perdía un hombre extraordinario y poco menos que insustituible. Además, el estallido de la Primera Guerra Mundial fue un golpe para sus ilusiones y retrasó todos sus proyectos y su formación, pues hubo de incorporarse a filas inmediatamente. A pesar de todo, Roncalli aceptó su destino con resignación y alegría, dispuesto a servir a la causa de la paz y de la Iglesia allí donde se encontrase. Fue sargento de sanidad y teniente capellán del hospital militar de Bérgamo, donde pudo contemplar con sus propios ojos el dolor y el sufrimiento que aquella guerra terrible causaba a hombres, mujeres y niños inocentes.
Concluida la contienda, fue elegido para presidir la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y pudo reanudar sus viajes y sus estudios. Más tarde, sus misiones como visitador apostólico en Bulgaria, Turquía y Grecia lo convirtieron en una especie de embajador del Evangelio en Oriente, permitiéndole entrar en contacto, ya como obispo, con el credo ortodoxo y con formas distintas de religiosidad que sin duda lo enriquecieron y le proporcionaron una amplitud de miras de la cual la Iglesia Católica no iba a tardar en beneficiarse.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Roncalli se mantuvo firme en su puesto de delegado apostólico, realizando innumerables viajes desde Atenas y Estambul, llevando palabras de consuelo a las víctimas de la contienda y procurando que los estragos producidos por ella fuesen mínimos. Pocos saben que si Atenas no fue bombardeada y todo su fabuloso legado artístico y cultural destruido, ello se debe a este en apariencia insignificante cura, amable y abierto, a quien no parecían interesar mayormente tales cosas.
Una vez finalizadas las hostilidades, fue nombrado nuncio en París por el papa Pío XII. Se trataba de una misión delicada, pues era preciso afrontar problemas tan espinosos como el derivado del colaboracionismo entre la jerarquía católica francesa y los regímenes pronazis durante la guerra. Empleando como armas un tacto admirable y una voluntad conciliadora a prueba de desaliento, Roncalli logró superar las dificultades y consolidar firmes lazos de amistad con una clase política recelosa y esquiva.
En 1952, Pío XII le nombró patriarca de Venecia. Al año siguiente, el presidente de la República Francesa, Vicent Auriol, le entregaba la birreta cardenalicia. Roncalli brillaba ya con luz propia entre los grandes mandatarios de la Iglesia. Sin embargo, su elección como papa tras la muerte de Pío XII sorprendió a propios y extraños. No sólo eso: desde los primeros días de su pontificado, comenzó a comportarse como nadie esperaba, muy lejos del envaramiento y la solemne actitud que había caracterizado a sus predecesores.
Para empezar, adoptó el nombre de Juan XXIII, que además de parecer vulgar ante los León, Benedicto o Pío, era el de un famoso antipapa de triste memoria. Luego, abordó su tarea como si se tratase de un párroco de aldea, sin permitir que sus cualidades humanas quedasen enterradas bajo el rígido protocolo, del que muchos papas habían sido víctimas. Ni siquiera ocultó que era hombre que gozaba de la vida, amante de la buena mesa, de las charlas interminables, de la amistad y de las gentes del pueblo.
Como pontífice dio un nuevo planteamiento al ecumenismo católico con el Secretariado para la Unidad de los Cristianos y el acogimiento en Roma de los supremos jerarcas de cuatro Iglesias protestantes. Su pontificado abrió nuevas perspectivas a la vida de la Iglesia y, aunque no se dieron cambios radicales en la estructura eclesiástica, promovió una renovación profunda de las ideas y las actitudes.
Su propósito pronto fue claro para todos: poner al día la Iglesia, adecuar su mensaje a los tiempos modernos enmendando pasados yerros y afrontando los nuevos problemas humanos, económicos y sociales. Para conseguirlo, Juan XXIII dotó a la comunidad cristiana de dos herramientas extraordinarias: las encíclicas Mater et Magistra yPacem in terris. En la primera explicitaba las bases de un orden económico centrado en los valores del hombre y en la atención de las necesidades, hablando claramente del concepto "socialización" y abriendo para los católicos las puertas de la intervención en unas estructuras socioeconómicas que debían ser cada vez más justas.
En la segunda se delineaba una visión de paz, libertad y convivencia ciudadana e internacional vinculándola al amor que Cristo manifestó por el género humano en la Última Cena. Ambas encíclicas suponían una revolución copernicana en la visión católica de los problemas temporales, pues aceptaban la herencia de la Revolución Francesa y de la democracia moderna, haciendo de la dignidad del hombre el centro de todo derecho, de toda política y de toda dinámica social o económica.
Poco antes de su muerte, acaecida el 3 de junio de 1963, Juan XXIII aún tuvo el coraje de convocar un nuevo concilio que recogiese y promoviese esta valerosa y necesaria puesta al día de la Iglesia: el Concilio Vaticano II. A través de él, el papa Roncalli se proponía, según sus propias palabras, "elaborar una nueva Teología de los misterios de Cristo. Del mundo físico. Del tiempo y las relaciones temporales. De la historia. Del pecado. Del hombre. Del nacimiento. De los alimentos y la bebida. Del trabajo. De la vista, del oído, del lenguaje, de las lágrimas y de la risa. De la música y de la danza. De la cultura. De la televisión. Del matrimonio y de la familia. De los grupos étnicos y del Estado. De la humanidad toda".
Se trataba de una tarea de titanes que sólo un hombre como Juan XXIII fue capaz de concebir e impulsar, y que sus herederos recibirían como un legado a la vez imprescindible y comprometedor. Pablo VI, su sucesor y amigo, declaró tras ser elegido nuevo pontífice que la herencia del papa Juan no podía quedar encerrada en su ataúd. Él se atrevió a cargarla sobre sus hombros y pudo comprobar que no era ligera.

Juan Pablo II
(Wadowice, Cracovia, 1920 - Roma, 2005) Sacerdote polaco, de nombre Karol Wojtyla, elegido Papa en octubre de 1978 mientras ocupaba el puesto de cardenal-arzobispo de Cracovia; fue primer pontífice no italiano en más de cuatro siglos.
Era hijo de un oficial de la administración del Ejército polaco y de una maestra de escuela. De joven practicó el atletismo, el fútbol y la natación. Fue también un estudiante excelente, y presidió diversos grupos estudiantiles. Desarrolló, además, una gran pasión por el teatro, y durante algún tiempo aspiró a estudiar Literatura y convertirse en actor profesional.
Durante la ocupación nazi, compaginó sus estudios y su labor de actor, con el trabajo de obrero en una fábrica, para mantenerse y para evitar su deportación o encarcelamiento. Fue miembro activo de la UNIA, organización democrática clandestina que ayudaba a muchos judíos a encontrar refugio y escapar de la persecución nazi.

Juan Pablo II
En tales circunstancias, la muerte de su padre le causó un profundo dolor. La lectura de San Juan de la Cruz, que entonces buscó como consuelo, y la heroica conducta de los curas católicos que morían en los campos de concentración nazi fueron decisivas para que decidiera seguir el camino de la fe. Mientras se recuperaba de un accidente, el futuro pontífice decidió seguir su vocación religiosa, y en 1942 comenzó sus estudios sacerdotales. Ordenado sacerdote el 1.º de noviembre de 1946, amplió sus estudios en Roma y obtuvo el doctorado en Teología en el Pontifico Ateneo Angelicum. De regreso a Polonia, desarrolló una doble tarea, por un lado pastoral, llevada a cabo en diversas parroquias obreras de Cracovia, y por otro lado intelectual, impartiendo clases de Ética en la Universidad Católica de Lublin y en la Facultad de Teología de Cracovia.
En 1958 fue nombrado auxiliar del arzobispo de Cracovia, a quien sucedió en 1964. Ya en esa época, era un líder visible que a menudo asumía posiciones críticas contra el comunismo y los funcionarios del gobierno polaco. Durante el Concilio Vaticano II destacó por sus intervenciones sobre el esquema eclesiástico y el texto sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo.
En 1967 el Papa Pablo VI lo nombró cardenal, y el 16 de octubre de 1978, a la edad de cincuenta y ocho años, fue elegido para suceder al papa Juan Pablo I, fallecido tras treinta y cuatro días de pontificado. De este modo, se convirtió en el primer Papa no italiano desde 1523 y en el primero procedente de un país del bloque comunista.
Desde sus primeras encíclicas, Redemptoris hominis(1979), y Dives in misericordia (1980), exaltó el papel de la Iglesia como maestra de los hombres y destacó la necesidad de una fe robusta, arraigada en el patrimonio teológico tradicional, y de una sólida moral, sin mengua de una apertura cristiana al mundo del siglo XX. Denunció la Teología de la Liberación, criticó la relajación moral y proclamó la unidad espiritual de Europa.
El 13 de mayo de 1981 sufrió un grave atentado en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde resultó herido por los disparos del terrorista turco Mehmet Ali Agca. A raíz de este suceso, el Papa tuvo que permanecer hospitalizado durante dos meses y medio. El 13 de mayo de 1982 sufrió un intento de atentado en el Santuario de Fátima durante su viaje a Portugal. Sin embargo, el pontífice continuó con su labor evangelizadora, visitando incansablemente diversos países, en especial los pueblos del Tercer Mundo (África, Asia y América del Sur).
Igualmente, siguió manteniendo contactos con numerosos líderes religiosos y políticos, destacando siempre por su carácter conservador en cuestiones sociales y por su resistencia a la modernización de la institución eclesiástica. Entre sus encíclicas cabe mencionar: Laborem exercens (El hombre en su trabajo, 1981); Redemptoris mater (La madre del Redentor, 1987); Sollicitudo rei socialis (La preocupación social, 1987); Redemptoris missio (La misión del Redentor, 1990) y Centessimus annus (El centenario, 1991).
Entre sus exhortaciones y cartas apostólicas destacan Catechesi tradendae (Sobre la catequesis, hoy, 1979); Familiaris consortio (La familia, 1981);Salvifici doloris (El dolor salvífico, 1984); Reconciliato et paenitentia (Reconciliación y penitencia, 1984);Mulieris dignitatem (La dignidad de la mujer, 1988);Christifidelis laici (Los fieles cristianos, 1988) yRedemptoris custos (El custodio del Redentor, 1989).En Evangelium vitae (1995), trató las cuestiones del aborto, las técnicas de reproducción asistida y la eutanasia. Ut unum sint (Que todos sean uno), de 1995, fue la primera encíclica de la historia dedicada al ecumenismo. En 1994 publicó el libro Cruzando el umbral de la esperanza.
El pontificado de Juan Pablo II no ha estado exento de polémica. Su talante tradicional le ha llevado a sostener algunos enfoques característicos del catolicismo conservador, sobre todo en lo referente a la prohibición del aborto y los anticonceptivos, la condena del divorcio y la negativa a que las mujeres se incorporen al sacerdocio. Sin embargo, también ha sido un gran defensor de la justicia social y económica, abogando en todo momento por la mejora de las condiciones de vida en los países más pobres del mundo.
Tras un proceso de intenso deterioro físico, que le impidió cumplir en reiteradas ocasiones con sus apariciones públicas habituales en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005. Su desaparición significó para algunos la pérdida de uno de los líderes más carismáticos de la historia contemporánea; para otros implicó la posibilidad de imaginar una Iglesia católica más acorde a la sociedad moderna. En cualquier caso, su muerte ocurrió en un momento de revisionismo en el seno de la institución, de una evaluación sobre el protagonismo que tiene en el mundo de hoy y el que pretende tener en el del futuro. Su sucesor,Benedicto XVI, anunció ese mismo año el inicio del proceso de beatificación de Juan Pablo II, que tuvo lugar el 1 de mayo de 2011.


Este es el texto completo de la homilía que pronunció el Papa Francisco durante la ceremonia:
“En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).
San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Esta esperanza y esta alegría se respiraban en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisonomía originaria, la fisonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos.
No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu.
En este servicio al Pueblo de Dios, San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.
Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama”.
 PUES NOSOTROS COMO MERCEDARIOS QUE NOS PROCLAMAMOS NOS ACOJAMOS A LA SANTIDAD DE ESTOS DOS NUEVOS SANTOS Y NOS AYUDEN EN NUESTRO CAMINAR DIARIO E INTERCEDAN POR NOSOTROS

FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA


La devoción a la Divina Misericordia comienza  cuando a una monja polaca se le aparece Jesús de la Divina Misericordia desde 1931 a 1938  y le pide que el Domingo después de Pascua se celebre la Fiesta a la Divina Misericordia. Le decía Jesús a Santa Faustina que muchas almas no se acercaban al perdón de sus pecados por miedo a la Justicia Divina, siendo que su Misericordia es su Don más grande. Que aunque el alma tenga pecados más abundantes que la arena del mar o sean rojo escarlata, aún más derecho a Su misericordia tienen. El alma debe confiar en la misericordia de Dios 

En el diario de Sor Faustina en la entrada número 1732 dice textual:
Mientras rezaba por Polonia, oí estas palabras: "He amado a Polonia de modo especial y si obedece Mi voluntad, la enalteceré en poder y santidad. De ella saldrá la chispa que preparará el mundo para mi última venida. “. 

El diario de Santa Faustina agrega también lo siguiente:
Divina Misericordia

Quiero que esta imagen sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua  Ese día los sacerdotes han de hablar sobre Mi misericordia infinita. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramaré un océano de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. Que ningún alma tema acercarse a Mí .

Juan Pablo II jugó un papel muy importante en que esta fiesta se pudiera conocer más en todo el mundo. 



¿En qué consiste esta devoción?:

1. Hacer obras de misericordia
como dar de comer, de beber, ves-
tir, visitar al enfermo, dar ayuda
al necesitado, enterrar a los muer-
tos. 

2. pero pueden ser obras espirituales como: pedir por los demás, acompañar en el sufrimiento, soportar con paciencia al prójimo, dar buen consejo al prójimo, entre otras. 

Además de esto, rezar todos los días la Coronilla a la Divina Misericordia. De preferencia a las 3 de la tarde. "Todo lo que se pida a las 3 de la tarde a través de su Divina Misericordia si es voluntad de Dios se cumple. "  La Coronilla es la siguiente "Expiraste, Jesús,pero tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas , y el océano de tu Misericordia inundó al mundo entero. !Oh!, fuente de vida, insondable Misericordia Divina, inunda al mundo entero derramando sobre nosotros hasta tu última gota de sangre"

Y celebrar la fiesta a la Divina Misericordia el Domingo después de Pascua. Jesús le prometió a Sor Faustina y al mundo: " el alma que se confiese y comulgue el Día de la Fiesta a mi Divina Misericordia, recibirá el perdón total de sus culpas y penas. "


HOY, FESTIVIDAD DE LA DIVINA MISERCORDIA, JUAN PABLO II HA SIDO SANTIFICADO.

miércoles, 23 de abril de 2014

CRUZ DE MAYO EL PRÓXIMO 30 DE ABRIL

EL PRÓXIMO 30 DE ABRIL EN LA PLAZA DEL COLEGIO TENDRÁ LUGAR,  PROMOVIDA POR LA ASOCIACIÓN NOLASCO JUNTO CON EL MOVIMIENTO JUVENIL MERCEDARIO ,LA PRIMERA CRUZ DE MAYO A PARTIR DE LAS 17 HORAS.


GRUPOS DE NIÑOS , JÓVENES Y ADULTOS ACUDIRÁN DURANTE LA TARDE A CANTAR Y BAILAR A NUESTRA CRUZ PRESIDIDA DESDE EL INTERIOR DEL COLEGIO POR NUESTRA MADRE MARÍA SANTÍSIMA DE LAS MERCEDES.

MÚSICA Y APERITIVOS COMPLETARÁN ESTA TARDE DE CONVIVENCIA ENTRE TODOS

LES ANIMAMOS A TODOS A PARTICIPAR.

QUEREMOS QUE NUESTRA CRUZ TAMBIÉN SEA UNA CRUZ DE MAYO SOLIDARIA POR LO QUE LES INVITAMOS A QUE TODOS LOS QUE SE ACERQUEN POR ELLA LLEVEN UN KILO DE LEGUMBRES O ALIMENTOS NO PERECEDEROS QUE POSTERIORMENTE REPARTIREMOS ENTRE AQUELLOS QUE LO NECESITEN. 


UN POCO DE HISTORIA SOBRE ESTA TRADICIÓN.......

LOS PRIMEROS TESTIMONIOS QUE CONOCEMOS SOBRE ESTA FIESTA DE LA SANTA CRUZ, SE REMONTAN AL SIGLO XVIII Y ALCANZÓ SU MÁXIMO ESPLENDOR DURANTE LOS SIGLOS XVIII Y XIX. ESTA FIESTA, ESTUVO MUY EXTENDIDA POR TODA ESPAÑA, AUNQUE CON VARIACIONES MUY SIGNIFICATIVAS DE UNOS LUGARES A OTROS. A PESAR DE ELLO, LA CELEBRACIÓN HYA PRESENTADO SIEMPRE EN TODAS SUS MANIFESTACIONES UNA SERIE  CONSTANTE DE ELEMENTOS COMUNES, COMO ES EL HECHO DE QUE EL CENTRO DE LA FIESTA SEA PRECISAMENTE UNA CRUZ, DE TAMAÑO NATURAL O REDUCIDO, QUE SE ADORNA. A SU ALREDEDOR SE VIVE LA FIESTA, CON BAILES JUEGOS O COPLAS RELACIONADOS CON EL MES DE MAYO CONSIDERADO EL MES DE ESPLENDOR DE LA VEGETACIÓN , LA NATURALEZA Y LA PRIMAVERA. LA FIESTA REMEMORA LA MUERTE Y RESURRECCIÓN . ES LA ADORACIÓN Y EXALTACIÓN DE LA CRUZ DONDE MURIÓ JESUCRISTO.

UNA ENORME SORPRESA. GRACIAS POR SU VISITA PADRE PABLO










EL PASADO DÍA 22 DE ABRIL LAS MADRES MERCEDARIAS Y EL MOVIMIENTO JUVENIL RECIBIMOS EN EL COLEGIO AL PADRE GENERAL PABLO ORDOÑE, LLEGADO DESDE HERENCIA TRAS UN VIAJE POR ESPAÑA A DISTINTOS CONVENTOS Y COLEGIOS MERCEDARIOS.

EL PADRE PABLO VIVE EN ROMA Y ES EL RESPONSABLE  A NIVEL MUNDIAL DE LA RAMA DE MERCEDARIOS CALZADOS A LOS CUALES PERTENECE NUESTRA COMUNIDAD. DE ORIGEN ARGENTINO,  SU VIDA DEDICADA A LA ORDEN NOS SIRVE DE EJEMPLO A TODOS LOS QUE ESTAMOS VINCULADOS DE ALGUNA MANERA A ELLA.

LAS MADRES MERCEDARIAS PUDIERON ENSEÑARLE EL CONVENTO Y CANTARON VÍSPERAS CON ÉL Y EL MOVIMIENTO JUVENIL LE MOSTRÓ EL COLEGIO Y LA CAPILLA DONDE MARÍA SANTÍSIMA DE LAS MERCEDES LE RECIBIÓ QUEDANDO MARAVILLADO CON SU BELLEZA. RÁPIDAMENTE AGARRÓ SUS CADENAS MIENTRAS NOS INVITABA A QUE NUNCA DEJEMOS DE ESTAR BAJO SU MANTO. 
LE OBSEQUIAMOS CON UNA TABLA DE MADERA DE NUESTRA SANTÍSIMA VIRGEN .



DESDE ESTE HUMILDE BLOG NO  TENEMOS SUFICIENTES PALABRAS DE AGRADECIMIENTO HACIA EL PADRE PABLO QUE EN EL TIEMPO QUE ESTUVO CON NOSOTROS NOS TRANSMITIÓ UNA FUERZA Y PAZ INDESCRIPTIBLES QUE NOS HAN RENOVADO A TODOS.

HOY HEMOS RECIBIDO ESTE MENSAJE SUYO QUE QUEREMOS COMPARTIR DESDE ESTE ESPACIO:

" BUENOS DIAS QUERIDOS AMIGOS. EL PLACER FUE MÍO. TAMBIÉN LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS SE ENCONTRARON CON EL SEÑOR EN EL CAMINO Y LO RECONOCIERON AL PARTIR EL PAN. QUE SEAMOS PAN QUE SE PARTE Y SE REPARTE PARA EL HAMBRE DEL MUNDO HAMBRIENTO DE LIBERTAD. BENDICIONES"

PADRE PABLO GRACIAS POR APARECER EN NUESTRO CAMINO Y OJALÁ , AUNQUE SEA EN LA DISTANCIA PODAMOS RECIBIR SUS MENSAJES QUE NOS AYUDEN A CONTINUAR CON ESTA LABOR MERCEDARIA.

CONTINUAMOS CON LA ADORACIÓN AL SANTÍSIMO

LAS MADRES MERCEDARIAS CONTINÚAN FACILITÁNDONOS LA CERCANÍA CON JESUCRISTO SACRAMENTADO.
LAS ACOMPAÑAMOS NUEVAMENTE EN SU ORACIÓN DIARIA ANTE EL SANTÍSIMO.

RECORDAMOS QUE EL HORARIO ES EL SIGUIENTE:

  DE LUNES A SÁBADO DE 9 A 14 HORAS

  DOMINGOS. DE 9 A 19 HORAS 


!FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

EN ESTOS DÍAS DE PASCUA MARÍA SANTÍSIMA DE LAS MERCEDES REDENTORA DE CAUTIVOS SE MUESTRA ANTE NOSOTROS RADIANTE Y  NOS RECIBE EN SU CAPILLA INUNDADA DE LA FELICIDAD POR LA RESURRECCIÓN DE SU HIJO  TRANSMITIÉNDONOS LA ESPERANZA QUE NECESITAMOS PARA AFRONTAR CADA DÍA.

MARÍA DE LAS MERCEDES,  AYÚDANOS EN ESTOS DÍAS A SER MEJORES LIBERADORES CON AQUELLOS QUE NOS NECESITEN Y PROMUEVE EN NOSOTROS LA VERDADERA LIBERTAD.













María,
Madre de la Merced,

Tú has experimentado como nadie
la misericordia del Padre,

y has participado en su manifestación
mediante el sacrificio de tu corazón al pie de la cruz.
Tú, interviniste en una noche de la historia
a favor de los cristianos que sufrían cautividad
y se encontraban en peligro de perder su fe.
Y hoy sigues haciendo presente el amor de Dios
entre los hombres,

los que sufren, los pobres,
los perseguidos, los oprimidos.

Escucha nuestras súplicas.
Rompe las cadenas que nos atan
y nos impiden ser libres

y conviértenos en redentores y liberadores,
para que llenos del amor de CRISTO,
dediquemos nuestras vidas
a promover la verdadera libertad

y dignidad de los hombres,
aquella que permite la comunión con el Padre
y la fraternidad con CRISTO y los hermanos.

AMÉN.

jueves, 10 de abril de 2014

MERCEDES EN CUARESMA

EN ESTOS DÍAS PREVIOS A LA SEMANA SANTA, MARÍA SANTÍSIMA DE LAS MERCEDES, REDENTORA DE CAUTIVO SE HA MOSTRADO DE FORMA SOBRIA Y RECOGIDA DESDE SU CAPILLA ANTE TODOS NOSOTROS. HAN SIDO MUCHAS LAS ORACIONES REALIZADAS DURANTE ESTOS DÍAS Y TODAS CON UN DENOMINADOR COMÚN..."MARÍA, LLEVANOS A TU HIJO". ESE HA SIDO NUESTRO LEMA DE CUARESMA.... "A JESÚS POR MARÍA" . QUE LOS PRÓXIMOS DÍAS DONDE TODOS CONMEMORAMOS LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS PODAMOS DESCUBRIR LA GRANDEZA Y EL AMOR DE DIOS EN NOSOTROS.













ORACIÓN
Oh María, tú que has recorrido
el camino de la cruz junto con tu Hijo,
quebrantada por el dolor en tu corazón de madre,
pero recordando siempre el "fiat"
e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas,
suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras la gracia del abandono en el amor de Dios.
Haz que, ante el sufrimiento, el rechazo y la prueba,
por dura y larga que sea, jamás dudemos de su Amor.
A Jesús todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R/.Amén.

VIA CRUCIS

COMO YA ANUNCIAMOS, EL PASADO 5 DE ABRIL CELEBRAMOS EN EL PATIO DEL COLEGIO EL PRIMER VIA CRUCIS PENITENCIAL CON MOTIVO DE LA CUARESMA.
EL DÍA COMENZÓ CON AMENAZA DE LLUVIA, GRIS, Y NUBLADO PERO CON EL PASO DE LAS HORAS, EL SOL SALIÓ PARA ACOMPAÑARNOS TODA LA TARDE. EL GRUPO DE PERSONAS QUE PARTICIPAMOS EN ESTE VÍA CRUCIS PUDIMOS HACERLO DESDE LA REFLEXIÓN Y EL RECOGIMIENTO .
MARÍA SANTÍSIMA DEL REFUGIO ANTE LA CRUZ CON SUDARIO Y LA CORONA DE ESPINAS EN SUS MANOS PRESIDIÓ EL ACTO CON UN GRUPO DE VALIENTES PORTADORES DIRIGIDOS POR JOSE ANTONIO, JOSE Y MARIAN QUE AL SONIDO DEL TAMBOR DE LA PEQUEÑA MARÍA JOSÉ LA LLEVARON POR ESE DURO CAMINO DE SU HIJO. HUBO DOS ESTACIONES MUY ESPECIALES: LA MUERTE DE JESÚS DONDE TODOS PASAMOS A LA PISTA DEPORTIVA DONDE TRES PEQUEÑOS, VESTIDOS DE VIRGEN MARÍA , SAN JUAN Y MARÍA MAGDALENA ESCENIFICARON EL CALVARIO JUNTO A LA CRUZ, Y LA 15 ESTACIÓN DONDE JESÚS RESUCITADO SE APARECE ANTE MARÍA MAGDALENA. GRACIAS DESDE AQUÍ A PAULA, JESÚS, ZACARÍAS Y JESSICA Y A SUS PAPAS QUE LES PERMITIERON VESTIRSE PARA ESTOS MOMENTOS TAN ESPECIALES PARA TODOS NOSOTROS.  LOS NIÑOS PARTICIPARON ACTIVAMENTE ASÍ COMO LAS MADRES DE LOS MISMOS LEYENDO LAS DISTINTAS ESTACIONES Y LAS MONJAS MERCEDARIAS QUE DURANTE TODO EL VÍA CRUCIS REZARON LAS MEDITACIONES DE MARÍA . FUE REALMENTE EMOTIVO. POR ELLO ESAS MEDITACIONES LAS TRANSCRIBIMOS LITERALMENTE.


1ª estación: Jesús es entregado

El ángel me lo anunció en Nazaret, yo lo alumbré en Belén, pero uno de los suyos, representando al amigo ingrato, lo entregó a la muerte.
Hoy, todavía recuerdo aquella noche angelical y celestial de su nacimiento: ¡qué gran y humilde señal de Dios a la tierra! ¡Dios amor! Una vez más, mi Hijo, como en el día de su venida, es puesto delante del mundo sin defensa, sin aplausos, sin grandes reconocimientos, sin proclamar lo que en verdad es: ¡Hijo de Dios!


 2ª estación: El Señor con la cruz a cuestas

No hay vida sin cruz. El anciano Simeón, en medio de mi alegría, me advirtió “una espada te traspasará el alma”. Así es. Hoy compruebo la certeza de aquella premonición: mi hijo, Aquel al cual arrullé y acuné en mis brazos, avanza con una cruz, camino del Calvario. ¡Nunca pensé que, el peso de esos dos maderos, lo iba a sentir en mis entrañas de Madre!

3ª estación: Cae el Señor por primera vez

Con  idéntico silencio, con el mismo con el que “Dios Hombre” bajó a la tierra, se desploma Jesús camino del Monte Calvario. ¡Cuántas veces recuerdo sus pequeñas caídas por las cuestas y calles de Nazaret! Aquellas eran de niño. Estas son las de un joven que lo da todo por los hombres; aquellas fueron caídas inconscientes. Estas son caídas que producen un milagro: el alzamiento del hombre que busca y cree en Dios.
4ª estación: Jesús se encuentra a su Madre

Nunca olvidaré el primer encuentro con mi Hijo. Era entrada la noche. José estaba inquieto ¡hubiera querido tantas cosas para Dios Emmanuel! La coincidencia de hoy, con mi Hijo, es más cruel y, a la vez, similar a la noche de su nacimiento: entonces lo contemplé con amor de Madre y hoy lo quiero  con un doble amor de Madre, que ha madurado en el árbol del dolor. Agarrándome a esa cruz, ¡bien lo sabe Jesús y sabedlo vosotros!, me podréis encontrar como corredentora, como compañera e  intercesora.

5ª estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Escasos auxilios, por no decir ninguno, tuvimos José y yo, encaminándonos hacia la gruta de Belén.
¡Una! ¡Tan sólo una! La de un cirineo, se atreve a asomarse, aunque sea por obligación, entre la multitud. ¡Ayuda! ¡Ayuda quiere el Señor para que su Palabra jamás se apague! ¡Para que su amor se extienda! ¡Ayuda, quiere el Señor! ¿Se la quieres prestar tú? Te lo aseguro que, El, te lo devolverá con creces.

 6ª estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús

Aquel al que tantas veces acaricié siendo niño; Aquel al que en multitud de ocasiones ,en la fuente de Nazaret, le calmé la sed; Aquel al que con el agua limpia y cristalina le limpié una y otra vez…Aquel, hoy, es aliviado en su rostro por una verónica. ¡Gracias, buena mujer! Tú si que sabes comprender lo que es descubrir, en el que sufre, en el que llora y en los rostros desfigurados, al mismo rostro de Dios. En mi pensamiento de Madre han quedado muchas imágenes de Jesús, pero hoy, en el lienzo de tus manos quedará para siempre grabado el rostro del pesar de Cristo.

7ª estación: Cae el Señor por segunda vez

En interminable subida por la vía dolorosa, contemplo como Madre, al que tantas veces curé y levanté. Y, hoy, la sangre de mi sangre, corre a ríos por las calles de Jerusalén. Y, hoy, la carne de mi carne, se desgarra por el pecado de los hombres, bajo el peso mortífero de la cruz. ¡Adelante, hijo mío! ¡Por Dios y por los hombres, no existe la cruz pesada sino los fuertes hombros! Te espera un mañana, una madrugada donde tu cuerpo ha de renacer, para que el de los hombres no caigan, para siempre y definitivamente, en el olvido.

8ª estación: Jesús habla a las hijas de Jerusalén

Jesús siempre tuvo una palabra para cada hombre; un aliento para cada alma; una respuesta distinta para quien se acercaba con profundos dramas.
Aquel que tuvo compasión, con su mirada, nos dice que no tengamos compasión de El. Que nos miremos a nosotros mismos.
¿Cómo no compadecerme de Aquel, que siendo admirado hasta no hace muchos días, hoy se encuentra bajo el peso de una cruz y sin amigos que le defiendan? 
Como Madre te admiro. Sé que, al final, la voz de Dios se impondrá a esta tortura que ahora te humilla.

9ª estación: Cae el Señor por tercera vez

Muchas veces me pregunté; ¿Era necesario tanto dolor? ¿Por qué tantas caídas? ¿Sirve esta transfusión de sangre para alguien? ¿Moverá los corazones fríos este cuerpo dolorido?
No tuve respuesta. Tan sólo, en los días de la Pascua, comprendí que la locura de Dios era de tal magnitud que, nuestro Hijo, se había convertido en el precio del rescate por el hombre.
¡Gracias! como Madre os lo digo, por acompañarnos en este momento!


10 estación: Jesús despojado de sus vestidos

Al que desnudo lo abracé en la noche de Navidad, despojado de todo, lo vuelvo a contemplar en la tarde del Viernes Santo. ¡Qué momentos tan dispares y tan similares!
Jesús humillado, Dios desprendido de toda riqueza, Jesús en la soledad. En Belén, en la oscuridad de una gruta; hoy, en el vértigo que produce asomarse a este monte calvario.
¡Desnudo vino Dios a la tierra! ¡Desnudo sube mi Hijo, Cristo, a la cruz!
¿Por qué no te arropas tú con el manto de la verdad y de la fe, de la esperanza y del amor a Dios?

11ª estación: Jesús clavado en la cruz

El que nació rey de la gloria, asciende entre gritos y al grito burlesco de  “rey” al patíbulo de una cruz.
Yo miraba a todos lados, buscaba a mi Hijo en la cruz. Y me acordaba, de aquellos momentos cuando, ya en la cuna, lo veía desde entonces cargando con la cruz.
¡Rey de los judíos! Para mí si que lo fue. ¡Desde el primer momento! ¡Fue el rey del mundo; mi rey ofrendado por los pastores, mi rey adorado por los reyes. Cuántas veces, siendo pequeño le dije, ¡mi pequeño niño, mi gran rey! Y, cuando desde el pie de la cruz, leo el cartel, lo pienso para mis adentros: ¡AHORA, HIJO, MAS QUE NUNCA ERES REY!
¡DAS EL TODO POR TU PUEBLO!

12ª estación: Jesús muere en la cruz

Un Dios que descendió sin ruido a la tierra, guarda silencio por mi Hijo Jesús. Yo no lo entendía; no comprendía el por qué, la crueldad y la radicalidad de estos gestos. ¿No te bastó, Dios mío, la sobriedad, la indiferencia ante tu llegada o la calma de Belén? ¡Cuántas veces me lo preguntaba!
En Ti, Jesús, se clavan nuestras penas y nuestros sacrificios, en Ti, Hijo mío, desaparecen las discordias y las enemistades. En Ti, en tu mudez y muerte Jesús, los hombres se hacen más hermanos. La cruz se alza como el pasaporte para alcanzar la eternidad.
Duerme, mi Hijo, duerme que, desde aquí abajo, como Madre, te sigo arrullando y queriendo.


13ª estación: Jesús en los brazos de la madre

¡Bajadlo! ¡Bajadlo! No lo tengáis más tiempo. “Todo se ha cumplido” Lo tuve en mis brazos, siendo pequeño, y lo quiero sostener de nuevo, para que nadie me lo arrebate en estos momentos.
¡Duerme, mi Señor! ¡Descansa! Tu Palabra será fecunda. Tu Reino se extenderá por años sin término.
¡Duerme, mi Señor! ¡Siente el pecho de tu Madre! La que, en Nazaret, te levantó cuando caías, y la que en este Calvario, te recoge con más emoción y con el amor más probado, maternal y puro que nunca.
¡Duerme, mi Hijo! Tu cosecha será fecunda. Tu Pascua, para el hombre, fructífera y definitiva.

14ª estación: Jesús es puesto en el sepulcro

Llega un momento, que una madre, no quisiera vivir para presenciar: desprenderse del tesoro que germinó en sus entrañas durante nueve meses.
Te vas, Jesús. Te vas como viniste; al fondo de una gruta. Entonces prestada, hoy también, pero, además, sellada por una losa.

Entonces los campos de Belén se iluminaron por una estrella; hoy el horizonte se ha oscurecido. Ya no se escuchan cantos; algunos de aquellos pastores han muerto y los reyes tardarán tiempo en enterarse de que, el rey de reyes, ha dejado este mundo con la misma comitiva que lo recibió: su Madre y pocos más.
¡Baja, Hijo mío, al sepulcro! Baja para que Dios cumpla lo que estamos llamados a vivir. Que la muerte ya no se impone. Que la vida es eterna. Que un mañana feliz espera al hombre.
¡Baja, Hijo mío, al sepulcro! Para que a José, tu padre, lo pueda volver a ver.
¡Baja, Hijo mío, al sepulcro! Y, cuando al tercer día escuchemos himnos de gloria y de triunfo, que no olvidemos nunca, que Dios cumple lo que promete y que, a pesar de la cruz, nos espera una inmensa ciudad llena de luz y de felicidad: el cielo.
¡Baja, y vuelve pronto, mi Señor!

DIARIO DE MARIA

Te miro a los ojos y, entre tanto llanto,
parece mentira que te hayan clavado,
que seas el pequeño al que he acunado
y que se dormía tan pronto en mis brazos;
el que se reía  al mirar el cielo
y cuando rezaba  se ponía serio.

Sobre ese madero veo a aquel pequeño
que entre los doctores hablaba en el Templo;
que cuando pregunté respondió con calma
que de los asuntos de Dios se encargaba.

Ese mismo niño el que está en la cruz,
el Rey de los hombres, se llama Jesús.

Ese mismo hombre que no era un niño
cuando en esa boda le pedí más vino.
Que dio de comer a un millar de gentes
y a pobres y enfermos los miró de frente.
Rió con aquellos a quiénes más quiso
y lloró en silencio al morir su amigo.

Ya cae la tarde, se nublan los cielos,
pronto volverás a tu Padre Eterno…

Duérmete pequeño, duérmete mi niño,
que yo te he entregado todo mi cariño.
Como en Nazaret, aquella mañana,
he aquí tu sierva, he aquí tu esclava.

GALERÍA DE UN DÍA INOLVIDABLE